Duda

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Tengo una duda, una duda enorme que crece por día. Quizá no la consideréis importante, no sé, yo voy a exponerla aquí y esperaré algún consejo.

Trabajo en un colegio público desde hace unos meses. Ahora, en mayo, debo entregar un gran papeleo con el nombre de 150 colegios para el curso próximo. No sé si poner el de este año (y seguir así con mi misma clase, con los mismo niños/as) o no hacerlo.

Tengo una clase de niños y niñas estupendos, cuyos padres y madres me quieren y aprecian muchísimo mi trabajo. En ese sentido me siento bien. PERO hay cosas que no soporto de este colegio, al principio no le di ninguna importancia al hecho de que esta escuela situada en una zona favorecida tuviese un equipo directivo y unos docentes conservadores, para ellos la palabra «huelga» es sinónimo de escándalo. No le di importancia, porque pensé que cada persona, sean cuales sean sus opiniones políticas, merecen ser conocidas. Así que desde la más absoluta inocencia trabajé todos estos meses inserta en un ambiente así.

No obstante, desde hace unas semanas, han pasado algunas cosas que me hacen sentir incómoda y triste:

-Yo trabajo por proyectos, y este año me tuve que aguantar (por llegar la última) con los 15 libros de texto que me impusieron para niñas y niños de 4 años, libros de bajísima calidad que aburren a mis alumnos/as. Para hacerles un poco más felices, y siguiendo mi instinto y conocimientos pedagógicos, introduje algunos talleres y proyectos muy divertidos que han provocado la felicidad absoluta de mi alumnado y el reconocimiento y el cariño de los padres/madres. Las familias están contentas y nos comunicamos desde el respeto y el cariño, suelo ser muy cercana con ellos, y eso ha producido la envidia total de dos compañeras a las que no les gusta nada ser maestras y se han negado en todo momento a hacer cualquier cosa que se salga de las fichas pertinentes. Estas compañeras han tenido algunos problemas serios con los padres EN AÑOS ANTERIORES, por razones obvias que nada tienen que ver conmigo puesto que yo soy nueva.

El otro día, la directora me dijo que si me quedaba para el curso próximo no podría trabajar con proyectos ni talleres, sino con los libros «de toda la vida» que eligieran mis compañeras, porque los padres del colegio me tenían a mí como favorita y que eso no podía ser, que teníamos que comportarnos igual para no crear precedentes ni favoritismos.

-Hace poco me enteré que además, una de esas compañeras desagradables, odia a los homosexuales y lo considera indigno, curioso porque ella es de todo menos trabajadora y digna (no daré detalles pero no merece dedicarse a la enseñanza).

-Mis compañeras y el equipo directivo discriminan abiertamente a los niños/as de madres solteras (dicen que esas madres meten a cualquier tío en casa y que los niños crecen viendo cosas que no deben), a los niños y niñas de etnia gitana y a las familias que sean de origen inmigrantes llamándoles «desgraciados». Afortunadamente, en esta escuela, no hay niños inmigrantes ni gitanos, porque de ser así, lo pasarían francamente mal.

-Son todos taurinos (los compañeros, las familias NO) y yo soy todo lo contrario y llevo un año cediendo.

De modo que, ¿qué hago? sigo en un sitio así? Por un lado, me siento bien con mi clase y la relación con las familias pero me siento completamente sola en el centro, no puedo hablar de nada (ni sobre educación, ni sobre cine, ni sobre nada que no sean chismorreos y conversaciones sobre ¿qué vas poner hoy de comer en tu casa? o temas absolutamente sexistas y obsoletos) no me gustan las envidias, el ambiente. No me siento con libertad total para hablar de mi vida personal cuando se entablan conversaciones de este tipo (en plan ¿con quién vives?), es la primera vez en mi vida laboral en la que me siento insegura para decir con normalidad que soy homosexual, la primera vez que temo ir por la calle con mi novia de la mano por miedo a generar aún más cuchicheos entre compañeras.

Los primeros meses no fui consciente del todo, porque estaba volcada en mis alumnos/as, tenía que integrar a dos chicos con dificultades al aula y a la vida escolar y no tenía tiempo para casi nada, pero conforme hemos ido tomando confianza (los compañeros, el equipo directivo y yo), descubro detalles y sensaciones que me producen desagrado y tristeza.

¿Qué me aconsejáis que haga? En mayo debo echar los papeles con los colegios elegidos, 150, ¿debo poner este en primer lugar o no?

 

Mi novela

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Para escribir es como respirar, comer, nadar. Una actividad imprescindible, que me acompaña, me enseña, me obliga a ser yo en muchas pieles diferentes.

Mi curso de escritura me dio un nuevo empujoncito, y estoy gestando mi primar novela. Relatos he escrito muchos. Novela ninguna. 

Me salen personajes de las yemas de los dedos, del corazón, del ombligo. Me gusta mi protagonista, su olor, su pelo, sus gestos, su infancia, sus frustraciones, la forma en la que se despereza, o fuma un cigarrillo. 

Me hace feliz escribir. 

Picnic en abril

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Hoy ha hecho día de picnic. Así que nos hemos ido a tomar el sol junto a un lago. Había patos, incluso patitos siguiendo a su madre por la superficie del agua. Y un árbol enorme lleno de iniciales y corazones. Ella ha hecho dos sandwiches, y ha metido refrescos y galletas saladas en la mochila. Yo me he quedado en bikini por arriba, y vaqueros cortos por debajo. Me he puesto un poco de protección solar y me he quedado absorta, mirando el agua. Había gente. Pero el parque era tan grande que no se sentían sus voces, un poco, quizá, a lo lejos. Lo que sí se escuchaba era el piar de los pájaros, sus patitas posándose sobre las ramas, el aleteo de sus vuelos cortos e inquietos. 

Daban ganas de bañarse. Pero no hemos podido ir al mar, había un tráfico insoportable, y hemos ido al lago, que pillaba más cerca.

Me he olvidado un buen libro en casa. Habría sido perfecto si hubiese tenido un libro. Pero no me hace falta la perfección.

 

No sé qué titulo poner

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Uno. Esta semana pasada fue muy bonita. En diferentes aspectos. Los padres y las madres de mis alumnos/as me dieron una sorpresa, de repente se presentaron todos/as en el aula y me mostraron en la pantalla grande un vídeo precioso que han grabado para mí, en el que salen mis peques diciendo cosas increíbles sobre mí. Los padres, los niños y yo nos emocionamos un poco.

Dos. Estoy de vacaciones de semana santa. La ciudad se ha llenado de gente, de olor a incienso, de ruido, de alegría.

Tres. Los paseos por la tarde con mi perro son mucho más agradables ahora, que hace sol, que el río resplandece iluminado.

Cuatro. He terminado el curso de escritura y he aprendido tantas cosas que no sé dónde guardarlas.

Cinco. Últimamente hemos visto algunas películas muy buenas, tengo que encontrar tiempo para comentarlas por aquí.

Seis. Estamos un poco enganchadas por las noches a ciertas series, como Orphan Black, Parenthood, About a boy, Chicago Fire, Le Revenants… 

Siete. Me gusta que la gente lleve manga corta, que haga calor, que den ganas de comerte la ciudad a mordiscos.

 

Ganas de

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Mis alumnos/as y yo estamos metidos de lleno en el arte. Tienen entre cuatro y cinco años, y para ellos/as, el arte es un estallido libre y salvaje de emociones, de posibilidades, de imaginación. 

Empezamos preguntándonos ¿qué consideramos arte? ¿para qué puede servirnos? Y llegaron a la conclusión de que podían utilizarlo con múltiples fines, el que más les gustó fue el de «divertirse». El arte también nos permite expresar una emoción. ¿Qué es una emoción? todos en silencio, pensando. Hemos analizado algunas emociones, como el miedo, la alegría, el enfado, «estar enamorado/a»… Hemos conocido de cerca algunos/as pintores/as muy interesantes, algunos utilizaron trazos y garabatos para decir lo que sentían, otros las formas geométricas, y algunos hicieron uso de elementos cotidianos que cualquiera puede reconocer como una botella de Coca Cola.

Hoy he tenido de invitados, a un amigo artista y a mi pareja que también está relacionada con la enseñanza y el arte. Se lo han pasado muy bien, fuera llovía a cántaros, pero dentro estábamos todos/as muy entusiasmados/as creando.

Cada vez estoy más convencida de que el uso de los libros convencionales de texto en educación infantil es una metodología un poco obsoleta, aunque no la critico, cada cuál que trabaje en su aula como mejor sepa, no obstante, compruebo que los niños y las niñas aprenden mucho más divirtiéndose, creando, expresando lo que piensan y sienten, jugando… 

Llueve. Tengo ganas de primavera.

 

Marzo

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Primavera. Está punto de entrar por las ventanas, con toda su fuerza, pero aún se muestra tímida y espera, sin prisas, apoyada en las ramas de los árboles, a que llegue su momento.

Marzo de cumpleaños. Mi cumpleaños. Todavía no ha sido. Yo nací con la primavera, cuando el color florece por todas partes. En realidad me gusta tener una excusa para celebrar, para salir a cenar, para disfrutar en compañía.

Últimamente he hecho algunas cosas: sigo con mi curso de escritura (que es precioso y productivo), continúo con la natación por las tardes, paseo a mi perro durante más tiempo (ahora que las tardes parecen extenderse, perezosas), hemos visitado Cáceres, hemos estado en Cádiz sin saber que era Carnaval (y fue muy bonito perdernos entre pelucas y gente contenta), le dimos una fiesta sorpresa a mi hermana por su cumpleaños y fue divertido verla emocionada con todo el restaurante cantándole, hemos visto algunas buenas películas y series, he leído cuatro libros en mes y medio (es mi adicción, a las cuatro de la tarde), he rodado un cortometraje con mis alumnos/as (ellos/as han tenido que inventarse la historia y los personajes), en clase hemos creado nuestro cuento poniendo como base que las princesas fuesen valientes y los personajes masculinos puedan tener miedo…

Marzo. Qué mes más bonito.

 

 

El dulce discurso de Ellen Page

Ellen Page, actriz. Conocida por películas como «Juno» o «A Roma con amor» (esta última dirigida por Woody Allen), ha salido del armario públicamente y a mí, personalmente, me parece que lo ha hecho con uno de los discursos más bonitos y profundos que he visto.

Me parecen tan necesarias las personas como ellas, valientes, naturales, encantadoras, que deciden dejar de omitir o esconder lo que son…

Me ha emocionado escucharla como cuando dice «si tomásemos 5 minutos en reconocer la belleza del otro en vez de atacarnos…»  (más o menos era así).

Maravilloso discurso.

Otros formatos

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El invierno continúa, pero yo me siento mucho más animada. Aunque un poco cansada de frío, de grises varios y lluvias.

Para hacerme el invierno más agradable he hecho algunas cosas: apuntarme a una piscina para nadar por las tardes y empezar un nuevo curso de escritura creativa.

Y ambas me gustan. Hoy me ha felicitado la profesora que imparte el curso de escritura. Qué bien.

En el trabajo bien, aunque concretamente hoy, los niños/as estaban nerviosos/as y he soportado el llanto de una niña durante una hora completa cansada por no haber dormido por la noche. Al salir, las campanas de la catedral, el aire limpio y frío sobre mis mejillas, la libertad. Mi tiempo. Mío. Para piscina, letras, amor, paseos, mi perro, mi gato, la radio encendida cuando cocinamos juntas la cena…

 

 

¿Cuándo?

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Que si. Que yo soy siempre la que salta de alegría aunque sea lunes, la que hace bromas sentada en la encimare de la cocina, la que siempre tiene ganas de follar con amor, la que se despide de sus alumnos/as con una sonrisa enorme aunque me dejen agotada. Que si. Que cedo mi asiento en los autobuses y me da por llorar si alguien hiere a otra persona o animal. Que me encanta hacer bromas constantemente. Que siempre llevo los labios, las mejillas y las uñas rojas, porque resaltan mis ganas de comerme a bocados el mundo.

Pues hoy nada. La gripe (llevo una semana de baja con fiebre) y la pérdida repentina de mi abuela me han dejado extrañamente oscura. Desteñida. No sé, a lo mejor estoy un poco triste. Debe ser eso.

Esta mañana, pensé que se me había escapado el momento en el que la vida comienza a ponerse seria, no sé. Tuvo que ocurrir en algún momento en el que yo no prestaba demasiada atención. Ahora mis problemas son muy distintos a los que tenía hace 9 años. Bueno, corrijo, no sé si son diferentes, pero yo los vivo de otro modo, por ejemplo la pérdida, o la decepción. ¿No se puede desandar? Ahora siento las cosas como una adulta, padezco a veces crisis de ansiedad (por estrés…), me preocupo de otra forma por aquellos a los que quiero (me duele que desaparezcan o que enfermen o que se separen o que simplemente cometan errores dolorosos), evito a toda costa llorar delante de otros y a veces no soy capaz de controlarlo… Antes, hace 10 años, era todo como «Si», «Ahora», «Feliz», «Genial», «Amor», «Deseo», «Quiero y puedo»… Ahora no lo sé, ahora no tengo tiempo de encontrar las palabras adecuadas.

Este post no quiere decir que yo esté lloriqueando amargada por las esquinas. Es producto de una reflexión después de la fiebre.